Uno renace intuyendo que es necesario reanudar la marcha, restaña heridas del alma, hace el inventario de penas y alegrías, acomoda la carga, acude a la vida que regala la palabra con atuendo de poesía, alumbra nuevas esperanzas acunadas por recientes sonrisas. Uno se levanta, pone a secar la lluvia de ayer en el tibio sol de la mañana, observa como cobra forma de nube trepándose a un cielo azul, a sabiendas que un día la fecundará un rayo para ser, una vez más, aguacero o borrasca, en ese circular modo de andar que nos pondrá de cara al siguiente renacer...
Soy un heterónimo, algo así como un río, unas veces confluente y otras afluente, pero siempre en busca de la desembocadura.